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EL FUTURO DEL SECTOR DEL VINO

La plantación masiva de viñedos en Villafranca, mediado el pasado siglo, representó un punto de inflexión a la hora de entender el modelo socio económico de nuestro municipio desde entonces. Un mar de viñas empezó a inundar el término municipal sustituyendo una gran superficie cerealista que durante décadas llevó a acuñar el término de “la despensa de España” para referirse a nuestra zona. Desde entonces, Villafranca y Tierra de Bartros están directamente asociadas al sector vitivinícola, y “la despensa” se convirtió en bodega. Poco a poco, los tractores fueron sustituyendo a las mulas, los remolques a los carros, los esportones de goma a los de esparto y ya en las últimas décadas se ha completado la mecanización con las trituradoras de sarmientos, las máquinas de recolectar, etc. El agricultor de antaño tampoco es el actual. Las nuevas generaciones han sido conscientes de la necesidad de una formación permanente para sacar el máximo rendimiento a sus viñedos. Las cooperativas significaron un paso adelante a la hora de contar con unas modernas estructuras productivas y de comercialización.. Villafranca ha sido, probablemente, el municipio de la comarca, en el que un mayor peso ha jugado el sector cooperativo. La apuesta por la transformación y comercialización, más acentuada desde la década de los 90, supuso importantes inversiones en las bodegas para elaborar los mejores caldos, y lo que es más importante es estos tiempos, logar la mejor presentación posible. Llegaron los vinos de crianza, los reserva, los vinos de aguja, los vinos ecológicos… todo ello para adecuarse a las necesidades de unos consumidores cada vez más exigentes y un mercado caca vez más saturado. Llegados a este punto, y en un momento de estancamiento de precios tras un importante esfuerzo de reestructuración en los campos y en las bodegas y a las puertas de un reforma de la Organización Común del Merdado (OCM) del Vino, creo necesario que el sector vitivinícola en Villafranca emprenda una tercera transformación para afrontar en buena disposición los nuevos retos de futuro. No sólo para que el sector del vino siga teniendo futuro, sino, sobre todo, para que se convierta en elemento dinamizador de otros sectores de la economía local, algo que hasta ahora, desde mi punto de vista, no se ha producido. Esbozo algunos de esos retos. - - Profesionalizar y modernizar aún más las estructuras productivas y de comercialización, retomando incluso el proyecto de unión cooperativa en Villafranca, aparcado más por diferencias personales que por los intereses del sector. - - - Evitar la incertidumbre. Para ello hay que apostar por el riego de apoyo para el viñedo (también para el olivar) e incentivar la contratación de seguros que garanticen la renta del agricultor. La constitución de la comunidad de Regantes de Tierra de Barros debe ser tarea primordial a corto plazo. - Nuevos productos. Como dice la canción “de la uva sale el vino”, pero había que añadir…no sólo el vino. Hay que apostar por nuevos productos como mostos, zumos, mistelas, destilados, etc. A mayor oferta, más mercados potenciales. - - Desarrollo del enoturismo. El vino ligado al turismo, como medio para proyectar la comarca y a su vez promocionar nuestros caldos. Hay que cambiar la concepción de una bodega como el lugar en el que se elabora vino y dotarlas de elementos que atraigan el interés del visitante y potencial comprador. En ese sentido, y es justo reconocerlo, debemos seguir el ejemplo de la vecina localidad de Almendralejo. Villafranca debe presumir de vinos, pero también de bodegas. Y además crear rutas del vino, puntos de venta ,etc. - - - Desarrollo de un sector auxiliar, del que Villafranca ha carecido durante años: Empresas de venta de maquinaria agrícola, de gestión y asesoramiento al agricultor, empresas de servicios, etc. Si emprendemos, sin miedos y con ambición, todos esos retos, Villafranca podrá afrontar con garantías el futuro